La investigación no es una tarea. Es una actitud.


lunes, 28 de junio de 2010

Entrevista a Miguel Ildefonso

Por: NVP
¿Qué te ha motivado a salir del Perú? ¿La literatura, el dinero, el trabajo, los amigos...?
Un poco de todo. Y, claro, la falta de oportunidades para desarrollarse en una ciudad como Lima. Hace tiempo quería volver a salir del país o, como era otro de mis proyectos, internarme en alguna provincia. Y ahora estoy en Estados Unidos. No es el sitio ideal. No hay sitio ideal. Solo hay espacios y tiempos que cambian. Eso es lo que he aprendido sobre todo a partir de la necesidad de la escritura y, obviamente, del placer de las lecturas.
¿En qué lugar de EEUU resides ahora y con quiénes estás?
Estoy por el sur, pero no tan al sur como hace años. Es que soy sureño como Faulkner, jaja. Y por eso no te diré en qué lugar exactamente estoy. Siempre ando acompañado de la poesía y la música. Y de la prosa también. La prosa da sentido a mi vida, y la poesía se encarga de quitármela. La prosa explica, me cuenta cosas; la poesía cuestiona, y va hacia la esencia de las cosas, renovándolas, y te arranca de la tierra porque te hace alma. Por ahora solo veo a algunos amigos en Nueva York.
¿Cuál es tu forma de trabajo en la creación?
Antes escribía todos los días. Tenía múltiples formas de hacerlo. Experimentaba mucho. Luego por años he corregido y publicado, sobre todo. Hoy tengo nuevos proyectos, que primero van madurando mentalmente, con algunos apuntes que hago, y así voy trabajando más calmadamente. Tengo varios campos de ficción y poesía por trabajar. Trabajo por campos espaciales, históricos y emocionales. Son como quince proyectos de libros. Lo importante es, primero, encontrar el tono para cada libro.
¿Cuántas horas al día le dedicas a la literatura: leer y escribir?
Trato de leer en todo momento. Me puedo abstraer fácilmente. En Lima yo subía a una combi y me ponía a leer y, si la chicha o el rock estridente que oía allí me gustaba, me movía al compás, pero nunca dejaba de leer. Ahora me está costando un poco volver a escribir. Pasa que también no andaba bien de salud. Ahora estoy algo mejor, pero aún me cuesta agarrar el ritmo de antes. Yo soy todo música, no puedo estar sin ella. Ahorita mismo, mientras te respondo, escucho a Pachelbel.
¿El tren Amtrak es un tren que tomas comúnmente, es representativo del lugar donde estás?
Es el tren que va por todo el país. Es para viajes largos y baratos. Y con el que me he estado movilizando para ir a Nueva York. De donde vivo a Manhattan, son entre diez y once horas. Curiosamente en el tren he estado avanzando más una novela que vengo haciendo.
¿Cuál es ambiente literario ahí? ¿Qué escritores se pueden mencionar?
Recién me voy ubicando aquí, conociendo más del jazz y del bluegrass. El lugar donde vivo es un bosque donde me siento como Kerouac en los Vagabundos del Dharma. No necesito casi nada y tengo casi nada. En Nueva York he leído con Mariela Dreyfus, Carlos German Belli, Evgueni Bezzubikof y Miguel Angel Zapata. Excepto el maestro Belli, maravillosa persona, e igualmente su señora esposa, a quienes conocí personalmente recién, ellos viven años en la ciudad de los rascacielos.
¿Tienes alguna publicación a puertas? ¿Nos puedes adelantar algo?
En poesía ya saldrá Todos los trágicos desiertos, en una edición no venable. Y Libro de Exilio, el que ganó el premio de la Católica. Igualmente, espero que salgan una antología hispanoamericana de poesía y un breve libro de cuentos infantiles.

Tren Amtrak

Cuando miro las casas
al lado del camino del tren,
abnegado y vil,
deseo bajar
y que alguna puerta se abra
para mí.
Mamá estaría deseando algo así
tan hermoso para su hijo.
Luego veo gasolineras, fábricas,
autos viejos que ya no dan
para más.
Una cruz en lo alto
de una iglesia me hace
mirar al cielo
y rezar no solo por mi madre
sino por todos aquellos
que necesiten un buen deseo,
una migaja de mi aliento aun
que pueda dar.
Yo que poco creo
y me siento muy vencido.

(16-04-2010)

sábado, 19 de junio de 2010

Y dónde está la justicia
Preguntaba la madre con el hijo abaleado por los sinchis
En la sala de espera
Respondía el asesino

EN EL PAÍS DE GARGANTÚA DE NIKO VELITA: UN POEMARIO DE TESIS



POR FERNANDO CARRASCO NÚÑEZ


En el país de Gargantúa (Lima, Grupo Editorial Arteidea, 2010) es un poemario con ciertos rasgos formales significativos y con un planteamiento temático particular. Formalmente el poeta echa mano al lenguaje coloquial con toques de oralidad que lo vinculan con la poesía conversacional latinoamericana y con algunos poetas del grupo Hora Zero y sus epígonos de la década del ochenta. Además se percibe en su retórica la presencia de estribillos, la repetición de elementos numéricos así como la supresión total de los signos de puntuación en un afán de quebrantar las normas de la ortografía, hecho que no resulta gratuito pues, como se verá más adelante, va en sintonía con el planteamiento medular de este poemario. A lo señalado habría que añadir la presencia esporádica de un receptor o alocutario a quien el yo poético interpela con tono irónico. En el poema Dedicatoria leemos:


“Yo encontré el helado de coco en la avenida Bolivia
Pregúntale al heladero José si no me crees
Dirás que allí nomás termina la historia
con el helado en la mano
No
Te digo que no
Te digo que es solo el inicio”. (pág. 7)


Sin embargo, lo que despierta más nuestra atención, formalmente hablando, es su estructura, pues nos encontramos con una distribución singular. Un poema inicial funciona como dedicatoria, otro como prólogo, y después de una parte central, comprendida de cuatro secciones, nos hallamos ante un poema bien logrado que funciona como corolario del libro, por ello titula Conclusión. Como se puede percibir, el poemario En el país de Gargantúa, de Niko Velita Palacín, tiene la estructura de un trabajo de investigación que aborda el conflicto armado que se produjo en nuestro país en las últimas décadas, y que a la manera de las novelas de tesis del Realismo decimonónico nos deja, después de sus razonamientos, una conclusión. En este caso la proposición final se enuncia a través de recursos poéticos y de manera subliminal.


Existe toda una secuencia lógica en el presente poemario de Niko Velita. En el poema Dedicatoria se aprecian temas que serán recurrentes en el libro como el amor por la mujer amada, la solidaridad con las clases oprimidas y el bien común. En el segundo poema titulado Prólogo el yo poético lanza la pregunta que funciona como desencadenante en todo el libro:

“Y qué hacemos
para librarnos de los seres de cuatro patas
que simulan andar en dos pies
Nadie dice de sus pecados
porque son de cuatro patas
que simulan andar en dos pies”. (pág. 9)


En las cuatro secciones siguientes tituladas Caperucita en el país de Gargantúa, Estampas, Huelgas y Elegía para Sandrita el hablante lírico nos presenta escenas diversas de la guerra interna. Aunque algunos poemas resultan demasiado explicativos y caen en el prosaísmo encontramos también poemas logrados que se revisten de rasgos estilísticos ingeniosos y que con tono confesional y aires de fábula nos muestran las luchas de las clases oprimidas y denuncian, principalmente, las tropelías de los militares durante los años de mayor violencia política en nuestro país, algunas veces aludiendo a sucesos históricos como la matanza de los penales durante el deleznable primer gobierno aprista:


“Casi todos sabemos sabelotodos
que hubo además un pelotón el 86
que andaba de casa en casa
con su mortandad en manos
A nadie se le ocurre que fuesen inmortales
pero sí intocables y directamente de Palacio
Unos dicen por la democracia herida
Herida en las calles a falta de pan y sal
Otros porque el presidente furibundo
tenía 86% de oposición en diputados
o será que una oposición de 86 mil andaba en huelga
Ahí está Jorge boca abajo con otros 86 reclusos
con su bala en la nuca y salida entre los ojos”. (pág. 38)


Es claro que subyace a este poemario un subtexto de orden político que más allá de la simple denuncia. Esta visión de la realidad que describe el yo poético y su propuesta principal se sintetizan, como hemos señalado, en el poema titulado Conclusión. En este poema el locutor recuerda su niñez y específicamente la visión que tenía sobre la organización y forma de vida de las hormigas en su pueblo natal. Es decir, mediante una alegoría se describe la situación social en que vivimos, donde se percibe a una minoría hegemónica y otro sector mayoritario, pero sometido. Para cambiar esta situación en los versos finales, el niño, frente a las hormigas, decide tomar cuentas en el asunto armado de un martillo, herramienta que simboliza a la clase obrera. Cito:


“…un día domingo por la tarde
luego del almuerzo
las quise aplastar una a una con el pie derecho
a las más grandes
sin saber que eran durísimas
pero como yo era tan igual de terco
fui a casa por un martillo
La noche me cogió
en ese quehacer interminable
entonces cansado regresé a casa
y con el martillo a escondidas
porque mamá decía
que esos bichos
al igual que los sátrapas del siglo 20
también eran hijos de Dios. (pág. 72)


Nuestro gran poeta César Vallejo, en su discurso leído en el Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en España el año 1937, señalaba, al referirse a la responsabilidad social del escritor: “ Dadme un punto de apoyo, la palabra justa y un asunto justo, y moveré el mundo”. Niko Velita tiene ya su asunto justo. La palabra justa la irá alcanzando con su talento y dedicación constante para alcanzar esa armonía que debe existir siempre entre el arte comprometido y el talento poético.