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domingo, 30 de mayo de 2010

¿Por qué profesor emérito y no honoris causa?


En 1993, cuando llegué a la Cantuta, escuché que ahí enseñaba un escritor, Felix Huamán Cabrera. Para mí fue una gran noticia, porque como estudiante escolar solo había escuchado hablar de escritores muertos: Homero, Dante, Arguedas. Pero nunca de escritores vivos (vivo del sinónimo alan garcía, no). Así que inmediatamente pregunté por sus libros y me encontré con Candela quema luceros. Su lectura me conmocionó y me hizo ver que la novele andina ya tenía otros matices. También pude ver que la temática de campesinos acribillados por soldados o policías (sirvientes de la clase gobernante) era inagotable en el Perú. Alegría, Arguedas, Scorza ya lo habían desarrollado, pero a finales del siglo XX se seguía escribiendo de tales masacres en un contexto donde los garcías y los belaúndes ya se habían manchado con la sangre de campesinos.

La lectura de Candela quema luceros me hizo ver la literatura de otro modo. Como algo más cercano y vivencial. Más dinámico. Un hecho lleno de vida y no solo ficción absoluta. El escritor, como un ser real de carne y hueso, que se podía conversar en el campus de la Cantuta o en las aulas. Atrás quedó, para mí, la percepción que tenía de la literatura como libros viejos de cualquier biblioteca o de los pasillos de la avenida Grau (aún no había Amazonas).

Luego leí otros textos de Félix y su tono de denuncia social siempre estuvo presente. Su obra no pretende ser un canto al ocaso o al canto de las cigarras, sino que va más allá. Presenta el mundo caótico que le ha tocado vivir. Esa realidad que le sirve para ficcionar y que le ha llevado a producir varias novelas y cuentos. Ese es Félix Huamán en la literatura peruana. Sin embargo, a pesar de su innegable recorrido intelectual, a todas luces, ya sea en la producción literaria o en educación, la Universidad Nacional de Educación, mi casa de estudios, le ha condecorado con un profesor emérito y no un honoris causa (léase negado), a pesar de que Candela Quema luceros ha sido estudiado por Juan Carlos Ubilluz, Víctor Quiroz, Marx Cox, notables críticos de la literatura.

A todo esto, me pregunto cuáles habrán sido los argumentos de la comisión (no encuentro sus nombres en ninguna ficha bibliográfica) para llegar a tal consenso. Eso lo sabrán solo ellos. Al parecer, estos son de los que consideran que la partida de nacimiento de los escritores es un recuadro en algún obituario. Concepción absurda de la literatura que aún pesiste.
NVP

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