La investigación no es una tarea. Es una actitud.


sábado, 19 de junio de 2010

EN EL PAÍS DE GARGANTÚA DE NIKO VELITA: UN POEMARIO DE TESIS



POR FERNANDO CARRASCO NÚÑEZ


En el país de Gargantúa (Lima, Grupo Editorial Arteidea, 2010) es un poemario con ciertos rasgos formales significativos y con un planteamiento temático particular. Formalmente el poeta echa mano al lenguaje coloquial con toques de oralidad que lo vinculan con la poesía conversacional latinoamericana y con algunos poetas del grupo Hora Zero y sus epígonos de la década del ochenta. Además se percibe en su retórica la presencia de estribillos, la repetición de elementos numéricos así como la supresión total de los signos de puntuación en un afán de quebrantar las normas de la ortografía, hecho que no resulta gratuito pues, como se verá más adelante, va en sintonía con el planteamiento medular de este poemario. A lo señalado habría que añadir la presencia esporádica de un receptor o alocutario a quien el yo poético interpela con tono irónico. En el poema Dedicatoria leemos:


“Yo encontré el helado de coco en la avenida Bolivia
Pregúntale al heladero José si no me crees
Dirás que allí nomás termina la historia
con el helado en la mano
No
Te digo que no
Te digo que es solo el inicio”. (pág. 7)


Sin embargo, lo que despierta más nuestra atención, formalmente hablando, es su estructura, pues nos encontramos con una distribución singular. Un poema inicial funciona como dedicatoria, otro como prólogo, y después de una parte central, comprendida de cuatro secciones, nos hallamos ante un poema bien logrado que funciona como corolario del libro, por ello titula Conclusión. Como se puede percibir, el poemario En el país de Gargantúa, de Niko Velita Palacín, tiene la estructura de un trabajo de investigación que aborda el conflicto armado que se produjo en nuestro país en las últimas décadas, y que a la manera de las novelas de tesis del Realismo decimonónico nos deja, después de sus razonamientos, una conclusión. En este caso la proposición final se enuncia a través de recursos poéticos y de manera subliminal.


Existe toda una secuencia lógica en el presente poemario de Niko Velita. En el poema Dedicatoria se aprecian temas que serán recurrentes en el libro como el amor por la mujer amada, la solidaridad con las clases oprimidas y el bien común. En el segundo poema titulado Prólogo el yo poético lanza la pregunta que funciona como desencadenante en todo el libro:

“Y qué hacemos
para librarnos de los seres de cuatro patas
que simulan andar en dos pies
Nadie dice de sus pecados
porque son de cuatro patas
que simulan andar en dos pies”. (pág. 9)


En las cuatro secciones siguientes tituladas Caperucita en el país de Gargantúa, Estampas, Huelgas y Elegía para Sandrita el hablante lírico nos presenta escenas diversas de la guerra interna. Aunque algunos poemas resultan demasiado explicativos y caen en el prosaísmo encontramos también poemas logrados que se revisten de rasgos estilísticos ingeniosos y que con tono confesional y aires de fábula nos muestran las luchas de las clases oprimidas y denuncian, principalmente, las tropelías de los militares durante los años de mayor violencia política en nuestro país, algunas veces aludiendo a sucesos históricos como la matanza de los penales durante el deleznable primer gobierno aprista:


“Casi todos sabemos sabelotodos
que hubo además un pelotón el 86
que andaba de casa en casa
con su mortandad en manos
A nadie se le ocurre que fuesen inmortales
pero sí intocables y directamente de Palacio
Unos dicen por la democracia herida
Herida en las calles a falta de pan y sal
Otros porque el presidente furibundo
tenía 86% de oposición en diputados
o será que una oposición de 86 mil andaba en huelga
Ahí está Jorge boca abajo con otros 86 reclusos
con su bala en la nuca y salida entre los ojos”. (pág. 38)


Es claro que subyace a este poemario un subtexto de orden político que más allá de la simple denuncia. Esta visión de la realidad que describe el yo poético y su propuesta principal se sintetizan, como hemos señalado, en el poema titulado Conclusión. En este poema el locutor recuerda su niñez y específicamente la visión que tenía sobre la organización y forma de vida de las hormigas en su pueblo natal. Es decir, mediante una alegoría se describe la situación social en que vivimos, donde se percibe a una minoría hegemónica y otro sector mayoritario, pero sometido. Para cambiar esta situación en los versos finales, el niño, frente a las hormigas, decide tomar cuentas en el asunto armado de un martillo, herramienta que simboliza a la clase obrera. Cito:


“…un día domingo por la tarde
luego del almuerzo
las quise aplastar una a una con el pie derecho
a las más grandes
sin saber que eran durísimas
pero como yo era tan igual de terco
fui a casa por un martillo
La noche me cogió
en ese quehacer interminable
entonces cansado regresé a casa
y con el martillo a escondidas
porque mamá decía
que esos bichos
al igual que los sátrapas del siglo 20
también eran hijos de Dios. (pág. 72)


Nuestro gran poeta César Vallejo, en su discurso leído en el Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en España el año 1937, señalaba, al referirse a la responsabilidad social del escritor: “ Dadme un punto de apoyo, la palabra justa y un asunto justo, y moveré el mundo”. Niko Velita tiene ya su asunto justo. La palabra justa la irá alcanzando con su talento y dedicación constante para alcanzar esa armonía que debe existir siempre entre el arte comprometido y el talento poético.

domingo, 30 de mayo de 2010

¿Por qué profesor emérito y no honoris causa?


En 1993, cuando llegué a la Cantuta, escuché que ahí enseñaba un escritor, Felix Huamán Cabrera. Para mí fue una gran noticia, porque como estudiante escolar solo había escuchado hablar de escritores muertos: Homero, Dante, Arguedas. Pero nunca de escritores vivos (vivo del sinónimo alan garcía, no). Así que inmediatamente pregunté por sus libros y me encontré con Candela quema luceros. Su lectura me conmocionó y me hizo ver que la novele andina ya tenía otros matices. También pude ver que la temática de campesinos acribillados por soldados o policías (sirvientes de la clase gobernante) era inagotable en el Perú. Alegría, Arguedas, Scorza ya lo habían desarrollado, pero a finales del siglo XX se seguía escribiendo de tales masacres en un contexto donde los garcías y los belaúndes ya se habían manchado con la sangre de campesinos.

La lectura de Candela quema luceros me hizo ver la literatura de otro modo. Como algo más cercano y vivencial. Más dinámico. Un hecho lleno de vida y no solo ficción absoluta. El escritor, como un ser real de carne y hueso, que se podía conversar en el campus de la Cantuta o en las aulas. Atrás quedó, para mí, la percepción que tenía de la literatura como libros viejos de cualquier biblioteca o de los pasillos de la avenida Grau (aún no había Amazonas).

Luego leí otros textos de Félix y su tono de denuncia social siempre estuvo presente. Su obra no pretende ser un canto al ocaso o al canto de las cigarras, sino que va más allá. Presenta el mundo caótico que le ha tocado vivir. Esa realidad que le sirve para ficcionar y que le ha llevado a producir varias novelas y cuentos. Ese es Félix Huamán en la literatura peruana. Sin embargo, a pesar de su innegable recorrido intelectual, a todas luces, ya sea en la producción literaria o en educación, la Universidad Nacional de Educación, mi casa de estudios, le ha condecorado con un profesor emérito y no un honoris causa (léase negado), a pesar de que Candela Quema luceros ha sido estudiado por Juan Carlos Ubilluz, Víctor Quiroz, Marx Cox, notables críticos de la literatura.

A todo esto, me pregunto cuáles habrán sido los argumentos de la comisión (no encuentro sus nombres en ninguna ficha bibliográfica) para llegar a tal consenso. Eso lo sabrán solo ellos. Al parecer, estos son de los que consideran que la partida de nacimiento de los escritores es un recuadro en algún obituario. Concepción absurda de la literatura que aún pesiste.
NVP

miércoles, 26 de mayo de 2010

Literatura de guerra: los "auténticos" y el usurpador





La literatura de la guerra o violencia política en el Perú ha producido una gran cantidad de textos narrativos. Desde novelas y cuentos escritos para ganar premios hasta las novelas tesis. Así tenemos a ex presidiaros acusados de subversión y ex cachacos haciendo narrativa con la intención de “contar la historia”. También gente que estuvo entre dos fuegos. O simplemente que no estuvo (desde el extranjero). Ante tal situación, y considerando la dimensión de los sucesos de la guerra interna que se inició en 1980, surge una pregunta: ¿quién es el llamado o el indicado para hacer narrativa sobre dicho tema? A lo que Dante Castro (a quien conozco solo por sus cuentos) ha planteado su posición con respecto a ello. He aquí su texto:

Literatura de guerra: los "auténticos" y el usurpador
Por: Dante Castro
sábado 8 de mayo de 2010


Anoche estuve en un conocido bar frecuentado por poetas y narradores. Después de mucho tiempo me encontré con amistades que había perdido de vista un año atrás y me pusieron al día del mundo literario. Lo que más me sorprendió es que contaran algo que me involucraba directamente: un documento, salido de un encuentro provinciano de escritores, mal juzga mi literatura de guerra. El argumento que más esgrimen mis detractores, según los amigos de anoche, es el de no haber militado en el PCP-Sendero Luminoso y por lo tanto, no haber participado en la guerra “popular”.

No he leído el texto, pero puedo aclarar algunas cosas. Una de ellas es que jamás hubiera pertenecido al PCP-SL. Por razones de formación marxista, nunca habría coincidido con la metafísica del fundamentalismo gonzalista. Mucho menos estuviera hoy aplicando la “doctrina de la justificación” para solapar la cobarde entrega del camarada Gonzalo y su deshonrosa claudicación. El gonzalismo es religión, no ciencia, por lo tanto hay que tener fe para creer en sus grandes virtudes teologales.

Hay otras aclaraciones que son de rigor histórico. La guerra tuvo más protagonistas que los que se auto-incluyen en los grupos alzados en armas. Si bien entre los principales implicados contamos a las FFAA (el Estado), al PCP-Sendero Luminoso y al MRTA, no fueron éstos los únicos en gastar pólvora y dinamita. Vamos a brindar un ejemplo: el MIR resurgió en las serranías de Santiago de Chuco, la Libertad, en los primeros años 80’ con una columna armada que gozaba del respaldo campesino. Ésta era una facción maoísta del MIR que no logró sobrevivir al cerco de las FFAA y al acoso del sectarismo senderista. Estos últimos demandaban la disolución de la guerrilla del MIR y su incorporación al PCP-SL en las condiciones arbitrarias que les imponían.

Vamos a brindar otro ejemplo: en el libro de Ricardo Uceda “Muerte en el pentagonito” el autor peca de ligereza y señala la formación de sendos aparatos militares en dos partidos de Izquierda Unida. La información es exacta, (aunque en realidad fueron tres), pues en la izquierda legal, aquella que apostaba por las elecciones como forma principal de lucha, también se gestaban gérmenes de lucha armada. Menos mal que Ricardo Uceda no escribió detalles al respecto. Agradezco su silencio.

Pero la violencia del Estado la padecimos todos, senderistas y no senderistas, emerretistas y no emerretistas. Y el enfrentamiento de la clase trabajadora contra el Estado burgués no fue patrimonio exclusivo ni excluyente de los grupos armados. Los paros nacionales, las luchas en las calles, las tomas de locales y de carreteras, tuvieron una inmensa gama de protagonistas políticos.

Es por éstas y otras razones que sostengo lo siguiente: La literatura de la violencia política ocurrida en las décadas 80 -90 no es patrimonio de un grupo armado, de quienes lucharon o de los que padecieron. No era necesario haber pertenecido a este grupo para sufrir prisión, torturas o destierro, ni para hacer literatura sobre ello. Un tema narrativo puede ser abordado eficazmente por quien tiene talento, se auxilia de la experiencia colectiva y se nutre de sus propias investigaciones. Lo más penoso es ver publicaciones de quienes sí participaron y no saben expresarse literariamente.

Todavía hay quienes en nombre del fundamentalismo gonzalista se atreven a pontificar sobre literatura y compromiso social, sobre arte y compromiso político. Lo más cómico es que se llamen “maoístas” y por pobreza de entendimiento no sepan interpretar qué quiso decir Mao Ze Dong en sus tesis sobre arte y literatura. Éste ya no es un problema político, sino de interpretación de textos o de lectura comprensiva. Veamos qué claro escribió el gran timonel de la revolución china:

“Por progresista que sea en lo político, una obra de arte que no tenga valor artístico, carecerá de fuerza. Por eso nos oponemos, tanto a las obras artísticas con puntos de vista políticos erróneos, como a la creación de obras al ‘estilo de cartel y consigna’, obras acertadas en su punto de vista político pero carentes de fuerza artística”. (Mao, Intervenciones en el Foro del Yenan sobre arte y literatura, 1942).

Volviendo al caso de los “auténticos” contra el “fariseo”, sugiero que la literatura de guerra debe diferenciarse del testimonio, del ensayo y de la autobiografía. Incluso en estos géneros paraliterarios, hace falta escribir bien. La narrativa de guerra no puede caer en la exclusividad de analfabetos funcionales y por autoproclamarse “legítimos protagonistas”, dejarles el monopolio del campo para interpretar y asumir el acto creativo con parámetros ajenos a la literatura.

La creación literaria debe fructificar entre quienes participaron directamente en el conflicto. Para ello será necesario que se despojen de la camisa de fuerza que les impone una línea política errónea y castrante. Mientras van llegando al oficio, deberían entender que los grandes escritores revolucionarios se distinguían por su humildad; requisito indispensable para aprender.

Como eso no cae automáticamente del cielo, estoy preparado emotivamente para confrontaciones ideológicas y literarias. Mi obra será juzgada con anteojos extraliterarios porque “no pertenezco al partido” y porque estoy en contra del fundamentalismo metafísico gonzalista. Pero advierto: hacer una literatura de clase no es lo mismo que hacer una literatura de partido. La conciencia de clase es algo diferente (aunque no debería ser siempre ajeno) a la militancia orgánica. Es algo que sostuvo César Vallejo criticando a Mayakovski, autor de obras al ‘estilo de cartel y consigna’, escritor de aparato, poeta sujeto a directivas.

Tomado de
http://cercadoajeno.blogspot.com/2010/05/literatura-de-guerra-los-autenticos-y.html



sábado, 1 de mayo de 2010

Fernando Carrasco, la rocola y el cuento


Quienes conocemos de cerca a Fernando Carrasco sabemos de su amorío con la rocola, los discos de vinilo y la música antigua: los tangos, los boleros y los valses. Amorío por lo que ha sido amenazado, se cuenta, con “te voy a comprar una rocola en casa pa que no te vayas a Quilca”. A lo que seguramente él, festivo, habrá contestado con un “pero que en la sala haya mesas y sillas pa las visitas y la refri esté llena de cristales”. Este amorío, se puede apreciar en la foto de la solapa de su libro de cuentos La muerte y otras traiciones[i]. Se le ve cual hombre enamorado de una hermosa muchacha, al lado de una vieja rocola, pero que aún canta todos las noches en el bar Don Lucho (no sé si ese es su nombre real, pero con ese nombre se le conoce) del jirón Quilca en el centro de Lima. “Vemos a un escritor que se ha asentado en una rockcola cual si fuera su escritorio, en un gabinete que reconocemos tan cercano y transitable como una calle de Lima”, escribe Miguel Ildefonso en la contrasolapa aludiendo tal foto. Sin embargo, no solo se puede observar ese detalle ahí. También encontramos en los cuentos el fondo musical como parte de las historias contadas o como parte de los quehaceres de los personajes que al fin al cabo son recreaciones de los seres humanos de carne y hueso. Hombres y mujeres en la calle, en el bar, en el hogar que pasan el trago amargo de la vida con música para hacerla digerible. Hombres y mujeres que viven en la incertidumbre de no saber que se está vivo o que la vida pende de un hilo, donde incluso la muerte puede convertirse en liberación o un viaje a un lugar hermoso. Así una “retrasada” (59) decide irse con las mariposas porque “las únicas que juegan y conversan conmigo son las lindas mariposas” (57) y porque además “la tía Rosa nunca quiere escucharme y… se le ha dado por encerrarme a la primera travesura” (58). Decide liberarse de tal situación lanzándose de la azotea.

“Los boleritos rockoleros” (22) se convierten en el fondo musical por la cercanía de la muerte de hombres sin escrúpulos que han visto en la niña una “pequeña mina de oro” (23), por lo que está a punto de ser vendida sexualmente; pero, como un último esfuerzo de su moribunda madre, quien planifica todo, la niña les sirve la cena envenenada a esos hombres malvados para escapar de esas garras. Aquí la muerte también representa la libertad y destruye a los malos. Es como un arma que sirve para limpiar la sociedad de seres nocivos, de seres peligrosos. Esta vez, el bien triunfa sobre el mal sin afectar a los buenos ya que Carrasco abre la puerta de ese tenebroso lugar para que la niña se vaya con una “ligerísima sonrisa” (25) en busca de una mejor vida.

“Tres bolerachos de la Matancera en la rockola” (38) también pueden ser el fondo musical para contar historias de personajes como el Jesucristo quien de “campana (se convierte en) choro avezado” (37), para luego pasar algunos años en la cárcel y una vez fuera “se le veía con su Biblia… para armarse un pitillo de marihuana” (39). Sin embargo, este personaje cambia su forma de vida al enamorarse de “la gila más hermosa del callejón” (40), aunque años después lo asesinan a puñaladas. Esta historia se la cuentan en un bar a Cristano que cree que su padre es un policía, pero que de manera abrupta, en ese momento, se entera que su padre en verdad era el personaje Jesucristo. Esta vez los boleros y la rocola le han servido a Carraso para ubicar en un bar a un personaje alegre que cuenta historias y a otro que de oyente se convierte en el personaje de la historia narrada porque su biografía será reescrita a partir de ese momento.

En el cuento Visitaciones, “un vals muy antiguo” (86) sirve para agobiar más los recuerdos de un hombre perturbado que se encuentra internado en un nosocomio. Mario ha quedado traumado desde que sus padres y su hermana perecieron en un accidente automovilístico de lo que se siente culpable. Posteriormente asesina a su novia y a su propia abuela. Pero su mente enferma sigue viendo a esos personajes ya muertos y es a su padre a quien le gustaba esos valses viejos. Mario mantiene vivo ese recuerdo. Su padre “todos los días, a esta misma hora, pone ese disco a todo volumen” (86) solo para fastidiarlo y recordarle su culpabilidad.

De esta forma, Carrasco incluye sus gustos rocoleros en los cuentos de La muerte y otras traiciones.

NVP


[i] Carrasco Nuñez, fernando. La muerte y otras traiciones. Hipocampo Editores. Lima. 2009.

domingo, 25 de abril de 2010

La despedida de Miguel Ildefonso


Es una noche limeña del martes 16 de marzo del 2010. Una noche rutinaria en sus calles donde los peatones caminan en busca de algo. Los ambulantes en cada esquina se juegan el menú del día siguiente o el pasaje de regreso a casa. Yo también me interno en ese mar de gente. En mi caso, al igual que otros 50 seres en extinción, busco el jirón Ucayali donde se encuentra el Centro Cultural Inca Garcilaso de la Vega. Ahí nos hemos dado cita, algunos amantes de la literatura con motivo de la presentación del libro Dantes, de Miguel Ildefonso, un libro de poesía que ya ha sido comentada favorablemente en varios medios de Internet. 7 p.m. La gente empieza a llegar. Me encuentro con William González: atento bloguero (Letra Suelta Cultural), y el poeta Eduardo Borjas. ¿Dónde está la gente? Seguro que en una previa. Claro, para calentar motores. Bueno, nos la perdimos por llegar tarde a la previa. Estamos en esa conversa cuando aparece Miguel con el grupo de la previa. Ya la gente está alegrona: veo por ahí a Fernando Carrasco, Raúl Heraud, Héctor Hernández, Giancarlo Huapaya, José Pancorvo, Paolo de Lima, Luis Fernando Chueca, Paolo Astorga, entre otros.

Empieza la jornada. En la mesa se encuentran José Carlos Yrigoyen, Victoria Guerrero, Miguel Ildefonso, pero falta el editor (está en camino). El presentador, un representante del Centro Cultural Inca Garcilaso de la Vega, lee la amplia biobibliografía de Miguel Ildefonso. ¡Es el décimo libro de poesía! En narrativa ya van tres. ¡O sea, en total 13 libros! Aunque luego el autor hace una aclaración. El libro Dantes es el décimo escrito, pero el octavo publicado. Los otros dos libros que faltan están en camino de edición. Luego los presentadores se lucen leyendo sus discursos. También habla el editor, quien se hace una autocrítica por llegar tarde y además ¡el libro sale mañana! (¿gajes de editor?). Hasta que llega el turno de Miguel. Agradece al público y a los presentadores, pero, antes de iniciar su propia presentación, invita a la mesa a Héctor Hernández Montesinos, un poeta chileno que ha presentado su libro la semana pasada, aquí en Lima. Lo invito a que pase al frente para solucionar nuestras diferencias, dice Miguel, irónico, aludiendo al auditorio que pertenece a la Cancillería del Perú. Los poetas no nos peleamos por un pedazo de tierra, sigue, porque nosotros somos dueños del planeta y del universo. El chileno se luce con un poema que ha escrito a partir de la poesía de Miguel. Así lo explica él mismo. Luego regresa a su sitio. La gente aplaude por ese acto simbólico de hermandad entre el pueblo peruano y el pueblo chileno, en este caso representado por dos poetas. Ahora sí, el autor de Dantes inicia su discurso de presentación y despedida. Presenta su libro y se despide de Lima y del Perú. EEUU lo espera con residencia y todo. Habla pausado, como midiendo sus palabras. Lanza algunas bromas y anécdotas que hace sonreír al público. Lee sus poemas. Veo moverse varias cabezas en sentido de afirmación, de aprobación, en cada verso que sale de la voz del poeta. Termina su lectura y todos al brindis de honor. El vino queda chico, así que enrumbamos al Queirolo, de Quilca. La mancha, fiel a la poesía y a la bohemia, sigue unida en torno al autor de Dantes. Debemos unir varias mesas para entrar todos. La gente está sedienta. Conversa por aquí, conversa por allá. De poesía. De la vida. De la calle. El mundo caótico de la ciudad. De los tragos. De los amores. De todo. Eso es la poesía de Miguel. La vida urbana hecha poesía. La vida urbana, el de las avenidas, el de las calles. Ese lugar donde “la anciana vivía en una casa de cartón / afuera de una casa de cemento”. Y de poesía: “hablaré contranatura como Rimbaud”. De poetas: “el pobre Kavafis habría cavado una fosa en el piso/ de su habitación ello para colgarse del techo/ y no tener un piso tan cercano”. Esto por mencionar algunas joyitas de su penúltimo libro publicado. Me refiero a Himnos (2008). ¿Y Dantes? ¡Ah! El libro que se entretuvo en las calles de Lima para llegar dos días después al Bar Zela (aquí se hizo una nueva presentación, ya con libro). “Miraba también por la ventana del micro… Yo los miraba como nadie, yo era nadie y hasta ahora, los miraba como los estoy viendo pasar, con las caras ocupadas en los precios, etc.”. Hasta: “el eterno hambre me miraba junto al río Rímac”. Claro, con Dantes, podemos ver esta Lima, pero también la Lima de Vico (aquella noche cuando Vico cantaba al interior del bus. / Esa mezcla de cumbia, huayno y rock encendía / el corazón / de una muchacha recostada en la ventana / de la otra fila de asientos) y Chacalón (amar es cantar como Chacalón/ que canta en los cerros del Perú). Pero no solo la chicha. También encontramos a Flor Pucarina (acabo de decirte que estoy muy triste/ Ayrampito) y Picaflor de los Andes (yo veo el infinito que pasa junto a una canción de/ Picaflor). ¿Solo Perú? ¡No! Ahí está Mick: “Jagger baila junto a la barra – el saxofón se instala en la punta de la luz” o “la sabiduría es estar en un bar cualquiera donde se beba barato en la frontera de México y los Estados Unidos”. Esto y mucho más encontrarás, camarada lector, en el libro Dantes (de casi 200 páginas). Buen viaje, Miguel.

NVP


24 de marzo del 2010

miércoles, 17 de febrero de 2010

ENTREVISTA A ROGER GARCÍA CLAVO


Por: Niko Velita

Róger García Clavo, escritor chachapoyano, ha publicado Camino de serpiente(2006), Piel de madero (2006) y Poemas encontrados (2010). A propósito de este último poemario, se le hizo una entrevista para conocer más sobre su obra, que viene cargado de una poética que nos hace recordar "de su selva su lenguaje". He aquí lo que nos dice Róger García.

NVP: En tu libro, Mar es un personaje e inicias el libro con un poema corto que dice: Te preguntarás Mar, / ¿qué hubo hoy en la mesa? / Te diré: / ¡Mucha vergüenza Mar, / mucha vergüenza! ¿Qué significa Mar para ti?

RGC: Es un nombre que nos causa admiración y sorpresa. Pero Mar, en mi libro, es la persona que tiene andes, amazonía y costa en su corazón, asumiendo el compromiso de los acontecimientos actuales y sobre todo de la familia que diariamente se esfuerza por salir adelante.

NVP: También hay otro personaje, Hombres de Mayo, a quien le dices Hombre de Mayo / alista tu palo para la pelea o para la siembra.

RGC: Es el personaje colectivo, en torno al río Mayo, que ilumina una gran parte del departamento de San Martín. Es la conversación con el hombre desposeído, con el hombre que cada mañana despierta para trabajar para un patrón. Es el hombre oriundo de estas tierras que se ve traicionado por un Estado y que no tiene con qué defenderse más que sus armas de palo, que también los utiliza para la siembra y la caza. El río personifica esta historia, el río Mayo, porque es el encuentro con la supervivencia de los hombres de este lado de nuestro país.

NVP: En un contexto donde casi nadie apuesta por la poesía de compromiso social, se puede leer en tu libro el verso Sí, existe el verso libre y comprometido.

RGC: Pienso que la poesía es una posibilidad ilimitada de hacer sentir a la gente el amor por un pueblo, con el sentimiento de la creación libre y por el deseo de hacer una historia nueva a través de la poesía, como lo hizo Vallejo, Heraud, Scorza, Valcárcel, Bacacorzo, Juan Gonzalo Rose, quienes describieron nuestra realidad con poemas de amor y compromiso social. En mi libro siento que hay un acercamiento que espero lograrlo con el tiempo.

NVP: ¿Qué significa para ti hacer poesía donde casi nadie lee poesía? Peor aún, donde la poesía comprometida es vista como algo negativo.

RGC: Tengo una idea diferente. La poesía siempre va a ser leída y más todavía si es comprometida. Es vista como negativa por un pequeño círculo que cree escribir mejor que la poesía comprometida o porque está contra sus intereses. Al final, se rinden aceptándola porque el pueblo así lo exige y porque el pueblo la lee. La poesía comprometida no siempre es aquella que va a hablar exclusivamente del desarraigo social existente; sino, del amor, de la muerte, de la esperanza, de la naturaleza, pero con sentimiento que no se maquilla con el desvelo y la bohemia innecesaria que finalmente la hace individualista, pesimista y predicativa de un mundo fuera de la realidad.

NVP: En tu poesía se siente el silbido de las serpientes, el grito de los paucares, le murmullo del río: la selva ha sido poetizada. Tú has vivido mucho tiempo en la selva peruana. ¿Explícanos cómo esto influye en tus textos? Particularmente en Poemas encontrados.

RGC: Yo soy de la parte Nor Oriental del Marañón, donde las personas son más andinas que selváticos, por la inmigración. Mi familia y la mayoría de mi pueblo tienen sus raíces del departamento de Cajamarca que ha trascendido por sus costumbres y creencias. Pero la existencia de elementos propios como la serpiente, los paucares, el río y la montaña son parte de nuestra interrelación personal, son parte de nuestras vivencias y desencuentros que se tiene. En mis textos se convierten en personajes, en seres que tienen movimiento con la rutina diaria del campo. En Poemas encontrados, es la combinación de personajes de algunos pueblos que también he conocido y me han alimentado con sus historias y sus contratiempos. La primera parte es un lugar más andino, más trenzado con el canto de Mar. La otra parte es más fluvial y recargado de esperanza. Los elementos que citas son también nuestra preocupación por preservar la naturaleza, por ejemplo, los paucares en mi pueblo nos esperaban con su canto cuando íbamos al campo. Ahora es raro encontrarnos con su música. La montaña cada vez se aleja o desaparece porque no hay una preocupación de las autoridades por el problema del medio ambiente. Y así seguiría describiendo este encause que viven nuestros pueblos del departamento de Amazonas y otros pueblos de nuestro país.

NVP: Tú, al igual que muchos peruanos, perteneces a una generación marcada por los sucesos de la guerra interna. La narrativa ha explotado hasta el cansancio este tema, sin embargo, la poesía no la ha tocado. Tus poemas tampoco.

RGC: A veces creo que a muchos de los críticos y escritores consagrados ya se les ha agotado sus temas y no les queda otra cosa en este tiempo que hacer suspirar sus creaciones sobre los momentos vividos en la guerra interna; pero lo hacen “chuequeando” la historia, sus personajes y la época (autores que ya se conoce). El género que más se adecuó y se adecua es el narrativo, porque recoge testimonios, muestras colectivas y además es más asequible, a entender de algunos, para los lectores. Mientras tanto, la poesía menos difundida ha logrado algunas experiencias y son menores los autores que han escrito sobre este tema y todas sus consecuencias. Yo, en particular, hasta ahora no he escrito al respecto, porque en mi pueblo no hubo hechos que sí se dio en otros pueblos como en Ayacucho y otros pueblos de la sierra. Se dieron sucesos pasajeros con miras a organizar a la comunidad o cuando tomaron la radio de la iglesia y las armas de la Policía. También hubo un mitin, recuerdo, para explicar a la gente el propósito de aquella causa. Y por el otro lado, la instalación de una base del Ejército, que luego se convirtió en una situación de bandidaje porque se perdían los animales domésticos, las yucas de las chacras que prácticamente era saqueada; entre otras situaciones desfavorables para la comunidad. Creo que en su momento pueda poetizar esto o narrar con esa mirada de adolescente que me tocó vivir.

NVP: ¿Cómo ves la poesía peruana actual? ¿A qué nuevos poetas podrías mencionar?

RGC: La poesía peruana actual, en primer lugar, está pasando por una etapa de desinterés colectivo, con algunos grupos de escritores jóvenes de mi generación que ven a la poesía como una glorieta del amor, del sexo, de estatuas añejas por el tiempo, con temas subjetivos llenos de individualismo y pesimismo, alejados de nuestro pueblo. En segundo lugar, autores que tienen un acercamiento al mundo real, al mundo de los pueblos fuera de la urbe que se mezclan con los motivos de tristeza, de deseo ardiente por la esperanza e incluso por el sentimiento de derrota frente al poderoso (sentimiento comprensible en la conciencia social de este escritor). En tercer lugar, escritores sin tribuna, lejos del mercado literario y muy cerca del sentimiento popular. Puedo citar algunos autores jóvenes y ya no tan jóvenes que han generado alguna reflexión con sus poesías: Miguel Ildefonso, Ricardo Ayllón, John López Morales, Milagros Chávez González (presa política, encarcela en Santa Mónica), Renato Pita Zilbert, Raúl Heraud, Joan Viva, Jhon Ochoa, Paolo Astorga.

NVP: Finalmente, ¿qué proyectos tienes como escritor?
RGC: Estoy preparando un libro de cuentos que espero este año se haga realidad y un poemario que estoy releyendo para una próxima publicación.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Entrevista a Oscar Colchado Lucio

Por: Niko Velita Palacín


Oscar Colchado Lucio (Ancash, 1947) ha publicado varios libros, tanto en novela como en cuento. Mencionemos algunas: Cordillera Negra (1985), Rosa Cuchillo (1997), ¡Viva Luis Pardo! (1996), y varios textos con el personaje Cholito, que ya es todo un hito en las lecturas escolares. En cuanto a Rosa Cuchillo, es una novela que trabaja la temática de la guerra interna combinando elementos históricos con mitos y leyendas de la cosmovisión andina. He ahí su aporte. Por ello esta novela se reedita con el sello de Santillana, luego de trece años de su nacimiento.

NVP: La guerra interna ha dejado profundas huellas en toda una generación. ¿Cuál es su testimonio con respecto a ella?

OCL: La irrupción en la escena política del país de un grupo armado como S.L. de hecho que ha dejado marcas muy profundas en quienes siendo jóvenes aún fuimos testigos de su accionar tanto en el campo como en la ciudad. Los dos bandos, tanto el grupo armado insurgente como el Estado represor, actuaron de manera brutal y sangrienta, en la que los mayores perdedores resultaron siendo la gente más pobre y humilde.
Particularmente, el desarrollo de esa guerra conmocionó tanto mi espíritu que no ha sido fácil librarse de ella, sino mediante el recurso de la escritura.

NVP: ¿Cómo ve el quehacer novelístico sobre la guerra interna actualmente?

OCL: Va cada vez más en aumento. Quizás porque la distancia temporal permite tener una mayor perspectiva. Cuando se está muy cerca de los acontecimientos, es muy difícil abordarla con ecuanimidad. Son muy pocas las obras que, habiendo aparecido a pocos años de los acontecimientos, hayan trascendido en el tiempo. Uno de esos pocos casos podría citarse la novela Los de abajo, de Mariano Azuela, que apareció después de cinco de la revolución mexicana.
En el Perú lo malo de la proliferación de textos novelísticos en los últimos años, es que muchos de ellos -por no decir la mayoría- apuntan más a la venta, la comercialización, que a la interrogante, ¿qué ocurrió realmente en el Perú?

NVP: ¿Qué autores cree que han trabajado mejor la temática de la guerra interna?

OCL: Entre los autores que yo he leído podría citar a Mario Vargas Llosa (Lituma en los Andes), Santiago Roncagliolo (Abril Rojo), Alonso Cueto (La hora azul) y algunos otros de menor calidad.

NVP: ¿Cómo han influido los sucesos de la guerra interna en su quehacer literario?

OCL: Me han nutrido temáticamente, pues sucesos como estos ya los venía abordando yo desde Cordillera Negra.

NVP: Con su novela Rosa cuchillo usted ha escrito una divina comedia para el Perú. ¿Podría contarnos cómo así se le ocurrió esta idea?

OCL: Es largo de contar. Sólo podría decirle que el mayor material de la parte mítica de mi novela corresponde a las creencias del mundo sobrenatural de las diferentes culturas peruanas y que muy bien coinciden con el pensamiento mítico de otras culturas del mundo.


NVP: Usted ha tomado algunos datos reales de los sucesos de la guerra interna: el ataque que hace Sendero a la cárcel de Huamanga para rescatar a sus combatientes, el entierro multitudinario de Edith Lagos, Mezich, el comandante Camión. ¿Pretende una novela que tenga elementos reales e históricos?

OCL: Las novelas se escriben con partes de realidad y de sueños. Y si esta vez la carga real o histórica es abundante, pues en buena hora. No me desagradaría que se diga que mi novela es histórica.

NVP: ¿Podríamos decir que Rosa cuchillo es una construcción de cómo ve usted la guerra interna?

OCL: Ah, por supuesto. Hay abundante carga de subjetividad en lo que yo he dicho.


NVP: En cuanto a los planteamientos de Liborio, Juan Carlos Ubilluz ha dicho que es hora de dejar de lamentarse por la pérdida de la tradición andina. ¿Qué opina con respecto a ello?

OCL: Él y yo podemos dejar de lamentarnos, pero creo que para el mestizo con pensamiento indio eso es muy difícil. Siempre tenderá a recuperar su identidad, sus valores, pues para él la modernidad vale según sus necesidades y no por imposición de nadie.

NVP: En cuanto a la crítica, ¿quién cree que ha trabajado mejor sobre Rosa cuchillo?

OCL: Yo creo que Víctor Quiroz.

NVP: Usted se ha nutrido de las leyendas y mitos para escribir. Eso se ve tanto en Rosa cuchillo como en su literatura infantil (Cholito). ¿Cuál es su intencionalidad con ello?

OCL: Rescatar nuestra identidad nacional. Saber quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos.

NVP: Rosa Cuchillo se ha ganado un gran respeto dentro del mundo académico. Tesis y artículos escritos. Ahora que una editorial de publicación internacional lo está editando, ¿cuál es su balance de los trece años de vida de Rosa cuchillo?

OCL: Creo con optimismo que va a tener larga vida como uno de los documentos claves para entender los sucesos de la guerra interna de las últimas décadas.

NVP: ¿Finalmente, con qué nuevo libro nos sorprenderá ahora?

OCL: Pues les voy a sorprender realmente con una nueva novela que no está situada propiamente en los Andes, cuyo título me reservo hasta su publicación.